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La poesía de México llega a Bogotá

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México en la Feria del Libro de Bogotá

Con más poesía que narrativa, México llegará a Bogotá como invitado en la 22 edición de la Feria Internacional del Libro. "El Universal", México.

La expectativa frente a la oferta en poesía mexicana para esta versión de la feria del libro;la primera que se realiza en el mes de agosto, a la par de las realizadas en Perú, Argentina y Bolivia; es gigantesca. "México llegará a Bogotá, y aunque no asistirá Carlos Fuentes, sí visitarán Colombia los narradores y poetas Sergio Pitol, José Emilio Pacheco, Eduardo Lizalde, Jaime Labastida, Enrique Krauze, Margo Glantz, Sabina Berman, Denise Dresser, Pura López Colomé, Coral Bracho, Jorge Volpi, Xavier Velasco y Luis Felipe Fabre, entre otros"

Sin duda durante el mes de agosto los bogotanos tendremos la oportunidad de acercanos más a la literatura contemporánea de México y conocer de las nuevas voces en poesía; en escenarios tan diversos como Corferias, el Centro Cultural Gabriel García Marquez y las bibliotecas de la Red capital Bibliored. Mientras esto sucede, y como un pequeño homenaje a la poesía mexicana El atico comparte con sus lectores algunos poemas de las voces reconocidas de la poesía mexicana: Homero Aridjis, Octavio Paz y Jaime Sabines.

Homero Aridjis...

Cae la lluvia sobre junio...

Cae la lluvia sobre junio
El espíritu de la mujer que ama
corre en tu cuerpo se desnuda en las calles

La vida en los rincones
sostiene el equilibrio del mundo
con un algo de Dios que asciende de las ruinas

Los hijos del hombre hacen su universo
sobre un barco de papel que se destroza
pero la alegría no está precisamente allí
sino en la proyección de otro universo

Nada debe detenerse
volverá septiembre y después abril
y los amigos que no acudieron esta primavera
estarán con nosotros en un invierno previsible

Amo este tiempo
donde los perros son sagrados
y los insectos titubean en los vidrios

Te amo a ti por efímera por susceptible al frío

La ciudad se ilumina para nuevas proezas


Jaime Sabines

Lento, amargo animal
que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
que en la primera generación del hombre pedía a Dios.

Amargo como esos minerales amargos
que en las noches de exacta soledad
—maldita y arruinada soledad
sin uno mismo—
trepan a la garganta
y, costras de silencio,
asfixian, matan, resucitan.

Amargo como esa voz amarga
prenatal, presubstancial, que dijo
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
que murió nuestra muerte,
y que en todo momento descubrimos.

Amargo desde dentro,
desde lo que no soy,
—mi piel como mi lengua—
desde el primer viviente,
anuncio y profecía.

Lento desde hace siglos,
remoto —nada hay detrás—,
lejano, lejos, desconocido.

Lento, amargo animal
que soy, que he sido.


XXIII

Padre mío, señor mío, hermano mío,
amigo de mi alma,tierno y fuerte,
saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
saca tu cuerpo de la muerte.

Saca tu corazón igual que un río,
tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frío,
saca todo tu cuerpo de la muerte.

Amo tus canas, tu mentón austero,
tu boca firme, tu mirada abierta,
tu pecho vasto y sólido y certero.

Estoy llamando, tirándote la puerta.
Parece que yo soy el que me muero:
¡padre mío, despierta!


Octavio Paz


V

Deja que una vez más te nombre, tierra.
Mi tacto se prolonga
en el tuyo sediento,
largo, vibrante río
que no termina nunca,
navegado por hojas digitales,
lentas bajo tu espeso sueño verde.

Tibia mujer de somnolientos ríos,
mi pabellón de pájaros y peces,
mi paloma de tierra,
de leche endurecida,
mi pan, mi sal, mi muerte,
mi almohada de sangre:
en un amor más vasto te sepulto.


LA CALLE

Es una calle larga y silenciosa.
Ando en tinieblas y tropiezo y caigo
y me levanto y piso con pies ciegos
las piedras mudas y las hojas secas
y alguien detrás de mí también las pisa:
si me detengo, se detiene;
si corro, corre. Vuelvo el rostro: nadie.
Todo está oscuro y sin salida,
y doy vueltas y vueltas en esquinas
que dan siempre a la calle
donde nadie me espera ni me sigue,
donde yo sigo a un hombre que tropieza
y se levanta y dice al verme: nadie.

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